San Silvestre Oviedo 2012

Ayer corrí la «San Silvestre», n.º 2173 (suma 13), bueno la corri... Fui la que más rápido la terminé, a los 10 segundos del pistoletazo de salida estaba en el suelo. No iba a ganar, es evidente, pero me gusta correr, lo cual hago con frecuencia, y me parecía una buena idea de acabar el año.

Nada más salir, delante de mí terminaron en el suelo dos personas, aminoré la carrera para poder sortearlas, y nada más dejarlas atrás a medio camino entre la salida y la curva que comienza Toreno un gran golpe de un supuestamente deportista (con muy poca deportividad) me lanzó de cabeza al suelo. Sentí cómo me quebraban los dientes y la nariz me chorreaba sangre, pero mi empeño no era otro que salir de allí, y una multitud de 3.000 personas me venía encima. No miento. Intenté hacerme una bola, no sé si para protegerme o para no ver lo que venía. Por un momento recordé el Madrid Arena.

Una chica me sacó, creo que era de la organización, por la camiseta, le doy las gracias. La nariz no paraba de chorrear sangre, me di cuenta de que estaba rota y el codo empezaba a dolerme y a salirle un gran huevo.

Me llevó muy amable a la carpa de la organización pero de alli nos «largaron» enfrente a la Escandalera donde supuestamente había una ambulancia. Nada, la Policía y Protección nos mandó a mí y a la chica que siempre estaba conmigo a Toreno (pasé por Uría más con miedo de que me vieran mis hijos, que estaban con los abuelos, en aquel estado, que de las heridas). En Toreno no había nadie que me atendiera y ante tanta impotencia me despedí de la chica y con mis rodillas doloridas hice mi carrera hasta la Lila. De allí ambulancia y urgencias.

Conclusión: contusiones por todo el cuerpo, nariz rota y codo roto. Ingreso hoy, día 1, para operar el codo, me dejaron tomar las uvas en casa.

¿Es segura la «San Silvestre» de Oviedo?, ¿toma la organización suficientes medidas de seguridad?, ¿había suficientes medios sanitarios para atender a los heridos?

Pensarlo, yo el próximo año no corro. Feliz año.

Después de leer la carta de Gabriela Majada de la Puente sobre la «San Silvestre» en la edición del 2 de enero me gustaría puntualizar lo siguiente: la chica que recogió a Gabriela y la acompañó en busca de asistencia, y a la que tengo el placer de conocer, no era parte de la organización, sino una corredora más que en vez de seguir corriendo actuó como una verdadera deportista y se paró a ayudar. Indignada, me comentaba cuando nos volvimos a ver en la Catedral el trato pésimo que recibieron por parte de los representantes de la organización cuando pidieron indicaciones, además de la falta de asistencia a lo largo del recorrido (con la excepción de la ambulancia que cerraba la carrera). Como corredor, a ello me gustaría añadir el colapso entre participantes en muchos puntos a lo largo de todo el recorrido, con los peligros que ello conlleva, debidos a un trayecto demasiado limitado a unas cuantas calles; vehículos estacionados en las calles de paso o espectadores que no respetan el paso de los corredores. Llevo corriendo la «San Silvestre» de Oviedo desde hace 19 años, y para mí es cita obligada todas las Navidades desde que corría en las categorías inferiores. Me hace mucha ilusión que cada año crezca la participación, así como el interés de toda la ciudad por este espectáculo que disfrutamos, creo, tanto corredores como público. Siento leer que Gabriela no la correrá el año que viene. Yo, como en los últimos 19 años, en 2013 repetiré. Pero, como muchos, pido a la organización, así como a todos los que participamos de una forma u otra, que se tenga en cuenta la seguridad de los corredores variando el recorrido, asegurando que no haya baterías de motos aparcadas por las calles, que se garantice asistencia en casos de accidente o que el público y corredores respeten aceras y bordillos. De ese modo, la «San Silvestre» de Oviedo seguirá creciendo y haciendo disfrutar a toda la ciudad.

Lo importante nunca ha sido participar

Una de las citas más célebres falsamente atribuida es aquella de Pierre de Coubertin (creador de los Juegos Olímpicos Modernos) de que lo importante no es ganar, sino participar. De esta manera se pretende aludir a la esencia del deporte en cuanto integración y participación social. He corrido la «San Silvestre» en Oviedo desde su primera edición y nunca había visto la locura de este año. Eso sí, la organización se felicitaba en los días previos a la celebración de la prueba por haber agotado las tres mil inscripciones disponibles.

Tras haber leído la carta publicada en este periódico el 2 de enero de 2013 por doña Gabriela Majada de la Puente (en la que relataba la caída que sufrió en la carrera de Fin de Año, las fracturas y, sobre todo, el desamparo por parte de los participantes y la organización), me quedo con la sensación de no haber podido cumplir con los niveles más básicos de respeto y compañerismo a los que suele, y debe, vincularse el deporte. Antes de empezar, la gente se afanaba por situarse en la misma línea de salida para ganar posiciones y no verse retrasada en el embotellamiento inicial. En los primeros cien metros esquivé a no menos de siete personas en el suelo, una incluso me dio en las piernas y casi me tira, yo continué corriendo. Las imágenes de las cinco chicas madrileñas fallecidas en la noche de Halloween estaban mucho más cerca de lo que imaginaba. Sin embargo, no se trataba de salvar la vida, sino simplemente de arañar unos segundos en la línea de meta.

La verdad es que, aunque la organización pudiera haber adoptado alguna medida como limitar la participación o establecer algún sistema de salida múltiple, también es cierto que una parte de la culpa la tenemos los propios participantes. Al inicio de la primera subida a la calle Toreno (a doscientos metros de la salida cuando el trazado pierde la anchura de la calle Uría) había gente caminando en la parte delantera del grupo.

Gabriela, yo tampoco correré la «San Silvestre» el próximo año. Espero que te recuperes de la mejor manera.